Hace poco, me dijo alguien que se ha vuelto muy especial en mi vida, que mi corazón le pertenece al mundo. Tal vez es una forma amable de decir que no pertenezco a ningún lado o tal vez una intención de evitar que me sienta tan desubicada.
Después de una corta plática sobre sus viajes y su vida me dijo: “never let the grass grow under your feet”
Él sabe de mi vida lo que se podría saber a través del skype en pocas horas de conversación mientras allá oscurece y acá apenas es hora de almorzar. Luego de hablar de negocios, siempre se da tiempo para preguntar algo sobre mi día, mis planes, mi humor y cuando cree prudente me da un consejo, siempre acierta.
Me dijo que eventualmente los que sentimos esa necesidad de siempre irnos podremos descansar en un lugar cuando encontremos en el paz… o al menos estemos contentos con el clima. Él aún no lo encuentra, tiene 55 años y ya está planeado su próximo destino, San Sebastían en España probablemente. Esta vez yo le aconsejé que aprenda español.
Opinó que debo terminar algunos asuntos, organizar mi vida y luego mis maletas “but leave that city while you can still miss it”
Esta fue la pregunta que me quedó luego de esa charla: Qué pasará conmigo si recorro el mundo y no encuentro ese lugar… nunca?
Luego de darle mil vueltas, finalmente y to be honest, concluí que eso no es lo que realmente me preocupa. El lugar físico es lo de menos, lo que de verdad quiero saber es si encontraré alguien quien me diga: “In my heart you’ll grow and that’s where you belong”*, eso es lo más difícil. Tal vez no pertenezco a una sola ciudad, a un solo país, a una sola casa, un corazón con los mismos deseos y al cual el mío pertenece debe estar esperando – así dejaré de estar outta place y el mundo será mi hogar.
*I'm outta time/Oasis
*Foto: San Sebastían, España