Escuchando en el auto una canción vieja
de Miguel Bosé y luego de evidentes intentos fallidos de armarse de valor,
finalmente alzó mi barbilla y besó mi sonrisa.
Dijo, "a pesar de nuestras
diferencias... de todas las personas que he conocido acá, tú has sido...",
mientras me miraba nervioso con sus oscuros ojos azules. Asentí, como si
supiera lo que quería decir, para hacer el momento más sencillo, para él.
Han sido ya varios meses desde que las
miradas descubiertas imprudentes pasaron a ser conversaciones largas con paseos
felices y escasos besos inesperados.
Es la primera vez que no tengo que pensar
en el futuro, porque tengo la certeza de que no existirá uno.
Los meses pasarán como días hasta que llegue la hora de partir y nos quedaremos con tanto, el uno del otro.
Los meses pasarán como días hasta que llegue la hora de partir y nos quedaremos con tanto, el uno del otro.
No existe ningún miedo, aún cuando
caminamos abrazados por una senda que al final se bifurca.
Ahora, todo el tiempo de mi cabeza le
pertenece.
Por un futuro corto lleno de momentos infinitos, apreto su mano hasta que sea la hora de irse.
Por un futuro corto lleno de momentos infinitos, apreto su mano hasta que sea la hora de irse.