Se burlaba de mis tacos altos insoportables y se enredaba en mi bufanda, la que no logró darme el calor que él sí pudo.
Dormíamos escuchando el mar y amanecíamos entre edificios. En el bosque de Neruda se perdieron los sonidos de nuestras noches.
Al calor de la chimenea prometimos todo sin palabras.
En los aeropuertos dejamos lágrimas de alegría y de tristeza.
Sobre él hay mucho que decir con pocas palabras: Él es un siempre a tiempo, un siempre oportuno. Es mi única constante. Él me deja ser libre y me tiene tan atada.
Son sus sonidos orientales, su acento, sus palabras, su pasado, su indiferencia por todo lo que le rodea, el cómo intenta dibujar mis ojos.
Yo, de repente, me sentí más segura que nunca.
1 comentario:
mi Dani que lindo...
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