lunes, 28 de noviembre de 2011

Noches eternas


Noches eternas de Buenos Aires, nunca las voy a olvidar.

*Foto: Club TheOne, San Telmo, Buenos Aires.

28,000 Millas

- …Y cómo estás?

- Estuviera feliz si la felicidad existiera…

- Andá! Dale, decime. Es duro en este invierno, estar acá, sin vos. Me hace falta reír.

- Estoy “aún lo recuerdo”. Estoy no sé, no sé. Recordarlo es bueno o malo?

(silencio)

Me da pena dejarlo ir… de mi cabeza claro. Pena, rabia, frustración.

- Tal vez no debes dejarlo ir a él, pero sí a las esperanzas, viste.

- Empecé por borrar su huso horario, su clima y terminé destinando las millas para un pasaje a su ciudad. O sea, mis intenciones terminaron desastrosamente.

- Y cuando pensas ir?

- En un año, simplemente para darle un significado estúpido al viaje. Un año, quiero saber cuánto habré cambiado en ese tiempo. Y él.

- No es estúpido, son esas cosas que haces nada más. Tus viajes con esas razones que nadie entiende.

- Debo dejar de vivir en una película francesa, nadie va a correr detrás de mí, ni a encontrarme en el aeropuerto.

- Por ahí y en Europa se te pasa y cambiás ese pasajes para acá.

- Sabes que el problema es que a Europa voy a recordar. Porque es mucha nostalgia la que me da, todo. El clima, los paisajes, el tren, la gente, las ganas de nunca más regresar y muchos lugares que veo como si ya los hubiera vivido antes y me explota el pecho y me siento feliz…. Y sola. Y sola de nuevo y mil veces. Y cuando estás sola que te queda, nena? Dime tú…

- Recordar…

martes, 22 de noviembre de 2011

A 3 horas, a 3 grados.

He pasado cada día recordando, esas imágenes que dan mil vueltas en mi cabeza. Aún escucho sus palabras, que no eran español, pero intentaban.
Su sonrisa, que la podía sentir contra mi cara. Recuerdo mis manos tocando su cabello, bajando por su cuello, hasta llegar a su cadenita con el crucifijo sobre su pecho. Su camisa blanca, su olor, sus manos entrelazadas en mi cintura. Sus besos.
Miro las fotos para asegurarme de que todo fue real, una y otra vez.
En vez de olvidar, cada día recuerdo más detalles. Me gusta imaginar que él me miraba desde antes y que planificó todo para que nos dejaran solos. Y me sonrío al pensar que lo ignoré y que después pasaba todo el día pensando en volver a verlo.
Fue perfecto porque nunca empezó y por eso nunca tendrá que terminar.
Son las 23h31 en un Guayaquil a 23ºc, y yo lo pienso.
Son las 02h31 en un Sao Paulo a 20ºc, me pregunto si él me recuerda.