- …Y cómo estás?
- Estuviera feliz si la felicidad existiera…
- Andá! Dale, decime. Es duro en este invierno, estar acá, sin vos. Me hace falta reír.
- Estoy “aún lo recuerdo”. Estoy no sé, no sé. Recordarlo es bueno o malo?
(silencio)
Me da pena dejarlo ir… de mi cabeza claro. Pena, rabia, frustración.
- Tal vez no debes dejarlo ir a él, pero sí a las esperanzas, viste.
- Empecé por borrar su huso horario, su clima y terminé destinando las millas para un pasaje a su ciudad. O sea, mis intenciones terminaron desastrosamente.
- Y cuando pensas ir?
- En un año, simplemente para darle un significado estúpido al viaje. Un año, quiero saber cuánto habré cambiado en ese tiempo. Y él.
- No es estúpido, son esas cosas que haces nada más. Tus viajes con esas razones que nadie entiende.
- Debo dejar de vivir en una película francesa, nadie va a correr detrás de mí, ni a encontrarme en el aeropuerto.
- Por ahí y en Europa se te pasa y cambiás ese pasajes para acá.
- Sabes que el problema es que a Europa voy a recordar. Porque es mucha nostalgia la que me da, todo. El clima, los paisajes, el tren, la gente, las ganas de nunca más regresar y muchos lugares que veo como si ya los hubiera vivido antes y me explota el pecho y me siento feliz…. Y sola. Y sola de nuevo y mil veces. Y cuando estás sola que te queda, nena? Dime tú…
- Recordar…
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