jueves, 25 de octubre de 2012

Viviendo de un tiempo prestado

Me despierto a las 6.45 am, doy vueltas en la cama, miro el techo, mientras oscurece en una Siria que llora.

Camino hacia el gimnasio sin pensar en nada más importante que en mis planes inconclusos que parecen cambiar cada día, mientras otros caminan entre escombros buscando sobrevivientes, siendo héroes sin haberlo pedido.

Son las 9 am en casa, pero son las 4 pm en una Libia que lucha por causas desconocidas, mientras yo le pregunto a mamá qué hizo para el desayuno.

Empiezo el trabajo lentamente, a la hora que me plazca y sólo si me parece, mientras un político planea cómo quitarnos todo y un terrorista ata bombas a su cuerpo.

Juego a los números en un escritorio mientras alguien descubre un rincón nuevo el mundo, alguien mira maravillado las ruinas de Machu Picchu, muchos toman aviones para empezar una nueva vida, otros se bajan del tren camino a casa y muchos lloran desconsolados por sus familiares, descubiertos muertos, en las manos de los Zetas.

Llegan las 5 pm, me quejo del calor del invierno en Guayaquil y pienso que apenas es hora de salir del trabajo en un Santiago aún iluminado por el otoño, a las 7 pm.

Salgo a cenar y reír con mis amigos mientras muchos nacen, y muchos mueren.

Así se mueve el mundo... Y yo solo pienso, qué extraña es esta vida que me lo ha dado todo.

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