A veces te extraño.
Luego recuerdo que por cada memoria
buena,
encuentro diez momentos malos, a tu
lado.
Entonces te odio.
A veces también te perdono y,
aunque me cuesta aún más, yo también
me perdono, por haber callado,
durante tanto tiempo.
Algunos días no vienes a mi cabeza,
y otros parece que no quieres salir.
Entonces intento matarte, llenándome de
rabia.
Nunca funciona, soy la única que muere
un poco.
Algunas noches cierro los ojos y
me imagino otra vez a tu lado, porque
no creo
que exista otro lugar donde me vuelva
a sentir tan segura,
como en tu pecho.
Imagino tus besos y aquellos tiempos
cuando me querías.
Entonces me odio.
Y eso no me perdono.
Muchas veces lloro, muchas veces grito.
Muchas veces me ahogo.
Pocas veces sonrío y trato de ser
optimista.
Pocas veces realmente creo que voy a salir
de este infierno.
El único deseo constante que tengo
es el de cerrar los ojos y dormir para
siempre.
O al menos, hasta que las memorias se
extingan.