domingo, 24 de noviembre de 2013

Hasta que las memorias se extingan

A veces te extraño.
Luego recuerdo que por cada memoria buena,
encuentro diez momentos malos, a tu lado.
Entonces te odio.

A veces también te perdono y,
aunque me cuesta aún más, yo también
me perdono, por haber callado,
durante tanto tiempo.

Algunos días no vienes a mi cabeza,
y otros parece que no quieres salir.
Entonces intento matarte, llenándome de rabia.
Nunca funciona, soy la única que muere un poco.

Algunas noches cierro los ojos y
me imagino otra vez a tu lado, porque no creo
que exista otro lugar donde me vuelva a sentir tan segura,
como en tu pecho.

Imagino tus besos y aquellos tiempos cuando me querías.
Entonces me odio.
Y eso no me perdono.

Muchas veces lloro, muchas veces grito.
Muchas veces me ahogo.
Pocas veces sonrío y trato de ser optimista.
Pocas veces realmente creo que voy a salir de este infierno.

El único deseo constante que tengo
es el de cerrar los ojos y dormir para siempre.
O al menos, hasta que las memorias se extingan. 

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